Descuartizamiento
Inquietantes sonidos interrumpieron la calma. La piel se desgarraba del músculo, evitando el desangrado. Su sonido, aún crujiente, era aterrador. El cuchillo se deslizaba con agilidad entre las entrañas del cuerpo, descuartizándolo. Ya sin un halo de vida, el pavo estaba listo, y la cena de Navidad, también.